Cierro los ojos. El corazón me late demasiado deprisa. Siento que va a estallar. En mis oídos y tras una puerta suena una música que conozco de memoria. Aún no te he visto, pero se que estás detrás de ese trozo de madera, no te oigo, ni te siento, pero se que estás ahí. Has entrado en la primera habitación, yo con mis ojos cerrados reconstruyo tu rostro, puedo imaginar cada movimiento, cada paso que das y cada expresión de tu rostro al mirar hacia todos los rincones. Imagino tu cara bañada por pequeñas luces anaranjadas. Una sonrisa ilumina tu bello rostro. Te agachas y recoges un objeto, lo examinas con detenimiento y sonríes nuevamente. Puedo soñar como te adelantas y coges el siguiente. Y otro más. A medida que se que te acercas, mis nervios se incrementan. El corazón se me va a salir del pecho. Puedo casi sentir tu aliento detrás de la puerta. Despegas el último objeto que hay en ella. Es el momento, me he levantado y estoy tras la puerta, con una mano en el pomo, antes de girarlo noto otra fuerza exterior. Tú también estás haciendo lo mismo. La puerta se abre y al instante mis ojos la siguen. Te veo. Unas finas lágrimas inundan tu rostro. La emoción que siento no me permite moverme. Sólo te sonrío. Tu emites unas palabras que apenas puedo entender. Ambos nos acercamos. Se te caen varios objetos que llevas en las manos. No nos importa mucho ese detalle. Enseguida todos los sentimientos acumulados en los últimos 5 minutos, son transmitidos sin palabras del uno al otro. Nuestros labios se fusionan y noto que este beso es diferente a cualquier otro. Es un beso en el que estoy narrando cada fibra de mi ser. Un beso que no se podría escribir, ni grabar. Un beso que tu nunca antes habías probado. Lo se porque te apartas levemente y me miras. Tus ojos parecen querer decir algo. Siempre me encantaron tus ojos. Crees conveniente no decir nada más y simplemente nos fundimos en un abrazo. Caemos a la cama como impulsados por una ráfaga de viento. Cierro los ojos y me dejo llevar, ahora solo existimos tú y yo en el universo. Nada podría moverme del sitio. Sólo quiero estar en ese lugar junto a ti por mucho tiempo.
Cuando abro los ojos estoy sentado en mi silla, delante de mi escritorio con el ordenador encendido, y sin darme cuenta, mis manos teclean a toda velocidad. ¿ Qué ha pasado ?
Creo que otra vez he vuelto a soñar contigo.
Que toda la vida es sueño.
Y los sueños, sueños son.
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